El impacto psicológico del aislamiento social durante la pandemia
Las restricciones de la actividad normal de la sociedad a causa de la pandemia tuvieron un efecto protector en cuanto a los contagios por Covid-19, pero a la vez, se dio lugar a una serie de secuelas importantes en la salud mental de la población.Tanto es así que los casos de ansiedad y depresión se han visto incrementados en 129 millones de casos en el mundo en 2020, un crecimiento de un 25%. En España la prevalencia de los trastornos de ansiedad y depresión ha crecido un 28 y un 32% respectivamente, siendo los más afectados los jóvenes, las mujeres y las personas mayores [1,2].
Las personas mayores se han visto más expuestas a desarrollar enfermedades relacionadas con el deterioro de la salud mental debido al aislamiento social que ha generado la situación. Paralelamente ha supuesto que los problemas mentales ya existentes se agraven y que los no existentes salgan a la luz.nLa oleada del covid ha dejado en segundo plano todas las demás enfermedades físicas y mentales [3].
Si hablamos de la población más joven, entre ellos ha habido un aumento de síntomas propios de depresión, llegando a equiparar el efecto de la pandemia a una experiencia traumática. A lo sumo, el confinamiento ha conllevado que haya incrementado el número de niños que han sido testigos o han sufrido abuso o violencia doméstica, mermando más aún su estado de salud mental [1].
Tras la lectura de varias noticias sobre las consecuencias mentales de la pandemia cabe destacar, que muchas personas han recurrido a la automedicación y a fármacos como los ansiolíticos y los antidepresivos, llegando a provocar un incremento del 4,8% del consumo de estos [2,4].
En cuanto a los recursos humanos para hacer frente a la pandemia, según los datos que manejan la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) y la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), la media europea previa a la pandemia estaba en 18 profesionales de salud mental por cada 100.000 habitantes mientras que en España se sitúa en torno a los 2,19 psicólogos clínicos y 1,96 enfermeros especializados. Esto no hace más que afianzar que la falta de especialistas en salud mental está muy presente [2].
Aunque en la actualidad ya podemos contabilizar una serie de importantes secuelas, en un futuro se podrán estimar con mayor precisión. Algunas de las secuelas que ha acarreado el confinamiento por coronavirus son la depresión, ansiedad, soledad y peor calidad del sueño. Además, ser mujer, tener una autopercepción negativa del envejecimiento, el tiempo dedicado a la información sobre COVID-19, tener un conocido o un familiar con COVID-19 actúan como factores de riesgo potenciales a tener dichas secuelas [3,5,6].
El cuidado familiar y la responsabilidad de las tareas domésticas desgraciadamente siguen recayendo en mayor medida en las mujeres. Si a las mujeres que sufren violencia de género, le sumamos una pandemia, veremos una visión bastante desoladora de la misma [1].
Muchos de los trastornos diagnosticados a consecuencia de la pandemia están relacionados con diversos factores como son por ejemplo: la falta de contacto con las familias y los seres queridos durante la cuarentena y la hospitalización, además del miedo relacionado con la enfermedad por desconocimiento o sentimiento de autoculpa. Por lo tanto, es importante la detección precoz en cuanto a los problemas de salud mental ya que se habían demostrado tendencias suicidas y autodestructivas [6].
Siguiendo la misma línea, la mayoría de los pacientes que padecen Covid-19 y requieren cuidados intensivos, pueden llegar a convertirse en un grupo de alto riesgo para desarrollar trastornos psiquiátricos. En el ámbito sanitario (enfermeros, médicos, etc), se han tenido que enfrentar a la incertidumbre que suponía la pandemia y esto, los ha predispuesto más a padecer estos trastornos. A todo ello se le añade los turnos por los que han tenido que pasar, afectando a su calidad del sueño y generando, por tanto, una disminución en su rendimiento laboral. Lo que ha hecho acentuar, aún más, su malestar mental [5,6].
Factores como el miedo al contagio, la pérdida de seres queridos, la falta de ingresos o el desempleo han aumentado la tasa de personas con problemas de salud mental y suicidio. La interacción social, tan necesaria en nuestra vida, se ha visto muy mermada durante la pandemia. Es por ello que lo más lógico, ahora y durante la misma, hubiera sido invertir en apoyo psicosocial. E incluso ahora que ya estamos en proceso de evolución hacia una mejora, emplear más recursos en grupos de apoyo multidisciplinarios o terapias cognitivo-conductuales. Compartir nuestras preocupaciones con alguien de nuestro entorno nos ayuda a aliviarlas [5]. Desde nuestro punto de vista, las pandemias previas deberían de haber servido de precedente para así tomar unas medidas más idóneas y eficaces en un menor tiempo con respecto al mantenimiento de la salud mental. La mala gestión de la situación ha abocado a un mayor impacto psicológico. A medida que pasa el tiempo, se obtiene más información sobre el SARS-Cov-2, por lo que aún se puede mejorar la gestión de la situación.
Tras nuestra experiencia, podemos afirmar que lo más común era pensar que, esto, pasaría pronto y que los síntomas se asemejarían a los del resfriado común. Sin embargo, no fue como se esperaba. Al paso de los días nos íbamos dando cuenta de la inmensidad del asunto, viéndonos envueltos en una situación que no entendíamos de ninguna forma, ya que nunca lo habíamos vivido anteriormente. Llegados a este momento empezamos a sentirnos aislados sin poder visitar a nuestros seres queridos y amigos, lo cual supuso un cúmulo de pensamientos y actitudes negativas. Esto, sumado a los largos meses de pandemia, no han hecho otra cosa que perjudicar nuestra estabilidad mental.
La salud mental siempre ha sido la gran olvidada y durante la pandemia no ha habido ningún cambio relativo. Es ahora cuando se están tomando algunas medidas que suponen un gran paso en el camino, y la proposición de la nueva ley de salud mental es un claro ejemplo de ello.
Es una pena que hayamos tenido que llegar a tal extremo para que los gobiernos le den valor a nuestra fortaleza mental. Y que la sociedad haya sido consciente de la importancia que tiene ésta en nuestra salud. Los influencers han ayudado bastante a través de la redes sociales porque han dado voz a estos problemas y han normalizado la asistencia psicológica.
Creemos que las redes sociales han sido una herramienta esencial durante el confinamiento que nos han permitido mantener unidos los vínculos sociales. Las redes sociales no sólo nos han acercado a nuestros seres queridos, sino que gracias a ellas, han surgido muchos perfiles cargados de contenido de calidad y han ayudado a la sociedad a desvincularse en pequeña o gran medida de la catástrofe que estábamos viviendo. Durante la pandemia se ha podido observar la parte más constructiva de las mismas, tanto es así que, a parte de la obviedad de la
comunicación, también podíamos aprender a cocinar, a hacer punto e incluso un idioma extranjero [7].
En definitiva, la pandemia nos ha afectado a todos, pero no a todos de la misma forma y su resolución tampoco. Situaciones cotidianas como darse dos besos o compartir comida ya nos son vistos de la misma manera. El acercamiento interpersonal ya no es el mismo.
¿Serán las secuelas del Covid-19 permanentes?
Autores:
- Isabel Ojeda Alcalde
- Carla Oviedo Escera
- Laura Piñero Molina
- Paula Polo Benavente
- Lacrimioara Tania Tirnovan
1. Nicolini H. Depression and anxiety during COVID-19 pandemic. Cir Cir. 2020;88(5):542-7. 10.24875/ciru.m20000067
2. Pérez Mendoza S, Oliveres V. La pandemia causó depresión y ansiedad a 129 millones de personas, un estrago invisible revelado por un macroestudio [Internet]. ElDiario.es. 2021 [citado 22 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://www.eldiario.es/sociedad/pandemia-causo-depresion-ansiedad-129-millones-personas-estrago-invisible-revelado-macroestudio_1_8379771.html
5. Ramírez J, Castro-Quintero D, Lerma-Córdoba C, Yela J, Escobar-Córdoba F. Consecuencias de la pandemia de la COVID-19 en la salud mental asociadas al aislamiento social. Colombian Journal of Anesthesiology. 7 de septiembre de 2020;48:e930. https://doi.org/10.5554/22562087.e930
6. Deng J, Zhou F, Hou W, Silver Z, Wong CY, Chang O, et al. The prevalence of depression, anxiety, and sleep disturbances in COVID-19 patients: a
meta-analysis. Ann N Y Acad Sci. febrero de 2021;1486(1):90-111. 10.1111/nyas.14506
7. Sierra LF. Pandemia y rearticulación de las relaciones sociales. Perifèria: revista de recerca i formació en antropologia. 2 de julio de 2020;25(2):101-14. https://doi.org/10.5565/rev/periferia.770
Tras la lectura de la entrada del blog de nuestros compañeros sobre el impacto psicológico del aislamiento social durante la pandemia, es sorprendente como la ausencia de contacto físico con otras personas ha dejado una gran huella en la salud mental de gran parte de la población. También, podemos observar cómo gran parte de los problemas de salud mental que se han producido durante el COVID-19 han sido debidos al miedo. Miedo al aislamiento, a la soledad, a la incertidumbre y a lo desconocido.
ResponderEliminarEste tema lo hemos podido vivir en nuestras propias pieles desde dos puntos de vista diferentes. Por una parte como jóvenes a los que el aislamiento les ha arrebatado parte de su juventud implicando un aumento de ansiedad y malestar pudiendo desembocar incluso en trastornos depresivos. Por otra parte, como estudiantes de enfermería no hemos podido sacar el máximo partido a nuestra enseñanza, haciendo que estemos menos preparados para nuestro futuro como enfermeras.
Aun así nuestra posición de estudiante nos ha permitido ver como la salud mental de los profesionales sanitarios se ha visto gravemente afectada debido a la alta carga de trabajo y de presión que han estado y siguen sufriendo durante la pandemia.
Además, desde el punto de vista asistencial al realizar algunas de nuestras prácticas hemos sido testigos de las grandes consecuencias que ha tenido el aislamiento en la salud mental de nuestro mayores, pues claramente han sido los grandes perjudicados con está situación, debido a que tienen un mayor riesgo de infectarse y a la dificultad que les ha supuesto el manejo de nuevas tecnologías, dificultando aún más el contacto con sus familiares.
Y contestando a la pregunta que nos dejan nuestros compañeros de si pensamos que las secuelas del COVID-19 serán permanentes, pensamos que aparte de las secuelas físicas que ha dejado en muchas personas, las mentales y sociales no se quedan atrás y que van a tardar mucho tiempo en erradicarse o incluso puede que ya vivamos con ello para siempre, pues han sido tantos los momentos difíciles por los que hemos pasado durante esta pandemia que dudamos que se vayan a olvidar de un día para otro.
Grupo A.3.1.
Talía Peláez Cortés, grupo B1.1_b
ResponderEliminarPara los que vivimos el confinamiento como un aislamiento total, resulta impactante ver con cifras reales el aumento de casos de ansiedad y depresión que eso ha causado. En mi opinión, creo que la mayoría de estudiantes o personas mayores (que no teníamos un motivo justificado para salir) ha experimentado algún episodio de ansiedad o sentimientos de muchísima tristeza.
Las relaciones sociales son un pilar fundamental para nuestra salud mental y el hecho de comunicarnos sin un contacto físico ha desgastado esa vía de escape que teníamos cuando socializábamos. Es verdad, tal y como comentan mis compañeras, que el tiempo libre puede haber sacado nuestro lado más creativo o incluso podemos habernos conocido más a nosotros mismos. El hecho de vivir situaciones límite, nunca antes experimentadas, nos puede ayudar en nuestro autoconocimiento y autocontrol. A pesar de ello, creo que ese tiempo de confinamiento ha tenido más inconvenientes que ventajas. Incluso, creo que ha dejado secuelas permanentes en la sociedad, tales como el miedo, el rechazo o la discriminación.
Cuando empezó la pandemia creíamos que esta situación nos haría mejores personas. Puede que en algunos casos haya servido para reflexionar y vivir más el día a día. En otros, ha hecho que la población se encuentre más dividida moralmente, sobre-informada y en ocasiones con odio. Por tanto, respondiendo a la pregunta final que plantean mis compañeras, desde mi punto de vista las secuelas del Covid si serán permanentes, ya que ha cambiado nuestra forma de pensar y relacionarnos. Será difícil volver a ver la vida o como antes y llevará mucho tiempo.
Con el transcurrir del tiempo y mirando en perspectiva todo lo acontecido, aquel lejano virus que en principio parecía no afectarnos debido a la distancia, nos envolvió en una vorágine de caos y contagios descontrolados, provocando por un lado una infinidad de fallecidos y por otro, una realidad que siempre ha estado ahí, pero que hasta que nuestro sistema de salud no se ha visto colapsado, el gran público desconocía en gran medida, la salud mental y la problemática de sus consecuencias.
ResponderEliminarTras casi dos meses de confinamiento extremo, es lógico pensar que nuestro día a día cambió para siempre, al menos durante ese tiempo. El problema como tal, no fue solo ese lapso temporal, sino las consecuencias que acarrearía en un futuro. Dijeron que saldríamos más fuertes...y nada más lejos de la realidad, el día a día post pandemia severa, por decirlo de algún modo, se ha hecho en gran parte de la población una montaña dura de escalar y como se puede apreciar en la exposición de los compañeros, ha afectado de mayor manera a una parte de nuestra sociedad.
En concreto, podemos destacar varios segmentos poblacionales, por un lado está la gente joven, la cual, de la noche a la mañana se ve privada de una cosa fundamental para todos a nivel general, pero de vital importancia en particular, la libertad. Todos hemos tenido 18 años, hemos entrado, salido, divertido y muchas cosas más de la edad y que de la noche a la mañana, te priven de eso, es un golpe duro a nivel emocional y mental. Para estos casos, siempre me gusta poner un ejemplo clarificador que más de una vez y cuando ha salido el tema entre familiares y amigos, lo comento, y no es otro que el del viaje de estudios, es decir, los jóvenes que acabaron sus estudios de lo que fuera y deseaban irse a celebrarlo, no pudieron hacerlo, implicando el popular dicho de "los 18, ya no vuelven". A eso, debemos añadirle la reclusión a nivel personal, o lo que es lo mismo, aislamiento forzado y privación de contactos con sus familiares y amistades, generando un caldo de cultivo idóneo para que los trastornos mentales florezcan.
Sara Sánchez Téllez.
Grupo A 2.2.
En segundo lugar, están las mujeres, siempre implicadas en el papel protector de la familia y personas mayores cercanas, las cuales, al verse privadas de un contacto exterior en el caso de que no vivieran en la misma casa, hacía que el sentimiento de culpa en cuanto a dejar de atender a muchos familiares dependientes, fuera agotador, aumentando por ello, las posibilidades de depresión. Además de esto, si se daba la mala fortuna de que en su casa se viviera una situación de violencia física o psicológica, el cóctel podría ser preocupante a unos niveles de bastante riesgo.
ResponderEliminarEn tercer lugar, podemos englobar el segmento de las personas mayores. Todos tenemos algún conocido que ha estado mal atendido debido al confinamiento, eso, unido a la soledad, el miedo de que pueda ocurrir algo debido a la edad y el papel, en muchos casos y por qué no decirlo, de los medios de comunicación, los cuales día tras día nos "bombardeaban" con el virus, el peligro de contagio y las altas tasas de fallecimiento en este ramo de edad, hacía que muchos de nuestros mayores, enfermaran con algún trastorno mental mencionado en el blog.
Por último, me gustaría englobar tanto a los profesionales sanitarios, como a los enfermos en un mismo bloque y es que en cierta medida, han experimentado en sus propias carnes el dolor creado por el virus. Que a día de hoy, muchos de nuestros sanitarios estén de baja debido a los trastornos mentales acarreados por la pandemia, no debería de sorprendernos, es decir, turnos sin fin, falta de medios, escasez de personal, hospitales saturados, son caldo de cultivo para caer enfermo y no solo por el virus o el cansancio, si no por la depresión entre otros trastornos mentales. En el mismo punto, ubico a los enfermos y es que debe ser mentalmente agotador pasar más de un mes en soledad total, con el virus y sin poder ver a tus familiares y allegados, desolador panorama el cual fomenta de manera extrema cualquier trastorno mental.
En definitiva y a modo de conclusión, podemos y debemos exigir una mejora tanto en medios como en personas en cuanto a lo que a la salud mental se refiere y es que no es menester decir que, las consecuencias de lo vivido en 2020, no solo las estamos sufriendo ahora, si no que por desgracia, acaban de comenzar. En base a todo, de nosotros depende darle la relevancia y la importancia que tiene la salud mental para nuestra sociedad, no puede ser la eterna olvidada.
Sara Sánchez Téllez.
Grupo A 2.2.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs indudable, que la pandemia vivida mundialmente ha dejado consecuencias catastróficas en la salud física, mental y social de millones de personas. El aislamiento tan necesario para frenar el número de contagios paralizó también la vida de millones de personas. El mundo tuvo que adaptarse a una nueva situación, que nos pilló a todos por sorpresa. Durante tres meses tuvimos que confinarnos en nuestros hogares conviviendo 24 horas al día con nuestras familias, amigos, compañeros de piso… o incluso en total y angustiosa soledad, para aquellos que vivían solos.
ResponderEliminarBien es cierto, que las redes sociales y las tecnologías han jugado un papel fundamental en la interacción social durante la pandemia. No solo han servido para mantenernos conectados, sino que también fueron las protagonistas para crear “la nueva normalidad”: teletrabajo, educación virtual, e incluso en los propios hospitales y residencias muchos sanitarios utilizaban videollamadas para que los pacientes pudieran contactar con sus familiares. Sin embargo, no todo el mundo tiene acceso a ellas, sobre todo las personas mayores. Me es difícil imaginar cómo habrá sido para esta población estar completamente sola, día tras día, muchos de ellos, sin acceso a las tecnologías y con la misma incertidumbre y miedo que todos.
En mi ámbito familiar, mi abuela es totalmente independiente y vive sola, puesto que mi abuelo falleció hace unos años. Ha sido muy difícil para ella el estar completamente aislada en casa y sola, sin embargo, el hecho de saber utilizar las tecnologías y las redes sociales ha hecho que podamos estar en contacto continuo todos los días. Pasábamos horas hablando por videollamada toda la familia, y eso ha hecho que el confinamiento le sea más llevadero.
Sin embargo, el aislamiento social no acabó tras el fin del confinamiento. Tras esto, muchas personas tenían miedo de salir a la calle, de mantener contactos sociales, les agobiaba ir a comprar, que se acercaran a ellos, que les tocaran… y en mi opinión, la mayoría nos hemos sentido así durante la pandemia. Tras el confinamiento, a mi me daba miedo mantener contactos sociales con personas que no fueran de mi familia, y durante un tiempo rechacé muchos planes con amistades por miedo al contagio, aunque mantuviéramos las medidas de seguridad. Mi miedo fue desapareciendo poco a poco. No obstante, veo y conozco a muchas personas que continúan con este miedo, salen de casa lo mínimo posible, rechazan el contacto físico y evitan cualquier aglomeración de gente.
Durante las prácticas de este año, he podido observar de primera mano, las consecuencias del aislamiento social en los pacientes ancianos. He realizado mis prácticas en la planta de Medicina Interna, planta donde la mayor parte de los pacientes son ancianos. Familiares de una de las pacientes me comentaban: “ella siempre ha sido muy independiente y pese a que tenía un principio de Alzheimer ella estaba mejor que yo, sin embargo, el estar encerrada en caso hizo que pegara un bajón grandísimo. La pandemia ha acabado con ella”. Otros familiares de pacientes me comentaban sucesos parecidos, todos derivados del periodo de aislamiento durante la pandemia.
En definitiva, contestando a vuestra pregunta “¿serán las secuelas del Covid-19 permanentes?”, no hay duda de que la pandemia ha tenido un gran impacto en todos los aspectos de nuestra salud física, social y mental, quizás muchas de estas secuelas se irán curando con el tiempo, sin embargo, esta pandemia dejará una huella imborrable en la vida de millones de personas, principalmente en aquellas que han perdido a sus seres queridos sin poder si quiera despedirse de ellos.
Grupo A.1.2
Es imposible negar el gran impacto que tuvo la pandemia sobre la sociedad. Sacó lo peor y lo mejor de todos, es algo a lo que no estábamos preparados y creo que nada nos podría haber preparado. Como bien dice el artículo, el gran cambio en la vida diaria que tuvimos que sufrir impactó de manera negativa en la inmensa mayoría de la población. Sin olvidar el gran impacto emocional debido a la separación que muchas familias y amigos sufrieron, teniendo en cuenta la pérdida de seres queridos.
ResponderEliminarCon respecto a la pregunta final planteada, nos resulta bastante obvio: las secuelas serán para siempre. Como cualquier otro evento traumático en la vida de las personas tienen consecuencias a largo plazo que son difíciles de sanar o, a veces, nunca se superan. Y no solo estamos hablando a nivel individual, sino que, como sociedad, nunca se había vivido algo así, al menos en nuestra generación. Nunca se va a ver de la misma manera las aglomeraciones, las mascarillas, la tos…
Cabe destacar también, como bien dice el artículo, la importancia que ha tenido la pandemia pandemia sobre la salud mental de una gran parte de la población. La soledad que muchos han tenido que sufrir es algo horrible, teniendo en cuenta también a la gente que, desgraciadamente, falleció sola y sin apoyo de la familia. Esto ha tomado una tara psicológica no solo en los pacientes, sino en los miles de familiares que no han podido despedirse de sus seres queridos como es debido.
El toque de queda, miles de muertos diarios, la incertidumbre sobre un virus desconocido; son sucesos que no pasan desapercibidos. Haber vivido esta situación nos ha dejado cicatrices socio-sanitarias. Aun así, lo más importante es el aprendizaje inexorable que ha conllevado esta situación, ya no solo en visión de enfrentarnos a otras pandemias, sino a otros sucesos de similar magnitud. El actuar rápido y, sobre todo, actuar en conjunto y con coherencia, algo que debemos aprender como sociedad.
Grupo A.3.2.