¿Cómo afectan las prisiones a la salud mental de los internos?

Hace unos días, buscando información sobre algún tema relevante en la actualidad relacionado con la salud mental, dimos con una noticia titulada: “Salud mental: tampoco en las prisiones” que captó especialmente nuestra atención. Hasta tal punto de querer basar nuestra entrada al blog en este ámbito. Y es que estamos en un momento en el que la sociedad actual comienza a percatarse de lo poco que cuidamos nuestra salud mental, y la de los presos no iba a ser menos (1).


La principal similitud en las noticias que hemos leído ha sido la decadencia de profesionales sanitarios que se encuentran especializados en la salud mental en los centros penitenciarios, siendo el principal motivo la escasa atención que reciben los internos en dichos centros (1).

Actualmente existe la llamada Ley Orgánica General Penitenciaria (LOGP), la cual regula los equipos de Atención Primaria formados por médicos, enfermeros y técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE). Sin embargo, son pocos los profesionales que optan acceder a las plazas que la OPE oferta para estos servicios. A modo de ejemplo, de las 30 plazas disponibles para médicos en Aragón, solo se han cubierto 5; y esto, extrapolado al conjunto de España, supone que los presos no reciben una atención de calidad a nivel de salud mental, provocando un incremento intrapenitenciario de trastornos mentales, así como un empeoramiento de aquellas patologías ya existentes (2).

Para ilustrar esta situación, encontramos que en las cárceles españolas, tras las conductas autolíticas se somete a la persona a un aislamiento con sujeción con esposas a la cama. Y esto, más que una ayuda, acaba siendo tratado como un castigo, pues se reprende la clínica de muchos trastornos, como si el enfermo pudiera controlar su propia enfermedad (1). 


Además, se han registrado denuncias contra la Policía Nacional de abusos físicos sobre quienes se encuentran encarcelados por puñetazos, guantazos, y golpes en el cuerpo y cabeza, llegando a provocar en algunas ocasiones hematomas y heridas. Este hecho, como es de esperar, tiene una repercusión muy negativa para la salud mental de los reclusos. Es tal la gravedad del asunto que el Comité contra la Tortura exige tomar medidas al respecto, como, por ejemplo, mejorar la videovigilancia en comisarías y centros de internamiento (1). 

En relación a la violencia mencionada previamente, hemos descubierto una noticia referida a la cárcel de Villena (Alicante), que plasma a la perfección esta situación. En la misma se narra que tres funcionarios de esta prisión agredieron a un preso que estaba “en un programa para aquellas personas que tienen algún problema de salud mental”. El hecho desembocó en diversas protestas y denuncias por la falta de recursos en salud mental en las cárceles, “Un agujero negro en el sistema penitenciario” (3).

Pero el problema no se limita solamente a España, sino que se extiende a otros lugares del mundo, como por ejemplo, Nueva York; donde existe un alto porcentaje de internos, los cuales se encuentran rutinariamente recluidos entre cuatro paredes sin ningún tipo de interacción social. Una situación de aislamiento que desencadena en trastornos de ansiedad, depresión, autolisis, psicosis, suicidio e incluso aislamiento social tras la salida de prisión (4). Una consecuencia directa de todo esto es que, en los últimos 5 años, se ha incrementado en un 26% la tasa de suicidios en prisión. Entre los factores etiológicos que llevan a los reclusos a tomar esta decisión, se encuentran: la pérdida de la tutela de sus hijos, las largas sentencias y la pérdida de las relaciones sociales (2).


También queremos hacer referencia a un artículo que demuestra la existencia de una relación inversamente proporcional entre el encarcelamiento y la salud mental notificada por los mismos presos. Éstos tienen mayores probabilidades de depresión (odds ratio [ OR] = 5,06, intervalo de confianza del 90% [IC; 1,96, 13.11]) e insatisfacción con la vida (OR = 3,59, IC del 90%).Este también informa de una depresión significativamente mayor y un consumo excesivo de alcohol y drogas ilícitas. Evidentemente, tras analizar estos resultados, se señala la importancia de ampliar la investigación en esta área y la necesidad imperiosa de que los profesionales de la sanidad pública que trabajan en el sistema penitenciario, actúen con mayor implicación y determinación ante estos niveles elevados de pésima salud mental entre los encarcelados (5).

Como ejemplos reales, mostramos los siguientes testimonios:

- Mualimm-ak, un recluso del Centro Penitenciario de Nueva York, que pasó 2054 días en la celda de confinamiento solitario argumenta que “No estamos pensando en el daño psicológico y neurológico del aislamiento … No se puede tomar una pastilla y deshacerse del daño permanente y perpetuo ocasionado a nuestra salud mental” (4).

- Warren Ovalle, ex-convicto de una de las cárceles de Nueva York, confirma las malas condiciones de higiene en el centro, sumado a la poca importancia que le otorgaban al aseo personal de los reclusos. Warren testificó “La prisión está tan sucia que siento que tengo acumulación de suciedad en mi… Solo tenía permitido darme una ducha de 10 minutos una vez a la semana”. Esto ha derivado en que haya desarrollado un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) de higiene personal, tras su salida de la cárcel hace ya 3 años (4).

Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, otra de las realidades en la cárcel, son las graves consecuencias que tienen para la salud mental las adicciones a las drogas. “Los trastornos por consumo de sustancias constituyen la patología más común en la población reclusa. No discrimina por sexos, y presenta una amplia manifestación tanto en hombres como en mujeres. Por ello, es muy posible que el consumo de drogas sea el problema de mayor magnitud relacionado con la salud en nuestras cárceles”. Además, el consumo de sustancias tiene una correlación positiva con la mortalidad carcelaria, al estar relacionado con el suicidio y un empeoramiento en la evolución psicológica de la persona y resulta una dificultad añadida a la hora de la reinserción de los reclusos en la sociedad (6).

Para poner freno a esta alarmante situación, se han creado una serie de protocolos dirigidos a los pacientes de salud mental que intentan ofrecer una asistencia de calidad, entre los cuales se encuentra el Protocolo de aplicación del programa de atención integral a enfermos mentales en centros penitenciarios (PAIEM). Los pilares en los que se basa son: la autonomía, la continuidad de cuidados, el trabajo en equipo, la multidisciplinariedad de los equipos y la formación e investigación entre otros. Además, contiene los siguientes programas: programa de atención clínica, programa de rehabilitación y programa de reincorporación social. Este programa actualmente está implantado en el 97% de las cárceles españolas. Dicho protocolo tiene como objetivo: llevar a cabo una buena actuación por parte de los profesionales sanitarios a los presos con patologías psiquiátricas (7).

Para finalizar, nos gustaría concluir con algunas propuestas para mejorar esta trágica situación. Son las siguientes: implementar más recursos tanto de personal sanitario, como de recursos materiales; establecer una coordinación adecuada entre las redes sanitarias, de justicia y penitenciaria; una formación destinada a los funcionarios con el fin de prevenir la despersonalización de los presos y su consecuente malos tratos; concienciar a los sanitarios mediante la docencia sobre la rotura de los estereotipos impuestos en los presos con problemas de salud mental, con el fin de incentivar a los profesionales a elegir los centros penitenciarios como posible salida laboral y la adecuada adherencia a los protocolos propuestos por el ministerio español (8).

Autores:

- Elena García Barranco
- Paula García León
- Virginia Guerrero García
- Ana Isabel Guerrero Troyano
- Carolina Jiménez Castillo

BIBLIOGRAFÍA:
1. Salud mental: tampoco en las prisiones | Internacional | Cadena SER [Internet]. [citado 23 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://cadenaser.com/ser/2021/11/09/internacional/1636449766_842512.html
2. Aragón H de. La salud mental supone el 34 % de la asistencia sanitaria en las cárceles [Internet]. heraldo.es. [citado 23 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2021/10/30/espana-salud-mental-asiste ncia-sanitaria-carceles-1530338.html
3. Martínez L. Prisiones denuncia a los funcionarios de Villena que atacaron a un interno e investiga las amenazas a la subdirectora [Internet]. ElDiario.es. 2021 [citado 23 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://www.eldiario.es/comunitat-valenciana/politica/prisiones-denuncia-funciona rios-villena-atacaron-interno-e-investiga-amenazas-subdirectora_1_8418906.html
4. Bonnet I. El trauma del aislamiento en las cárceles permanece años después de la liberación [Internet]. El País. 2021 [citado 23 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-10-29/el-trauma-del-aislamiento-en-las-carc eles-permanece-anos-despues-de-la-liberacion.html
5. Yi Y, Turney K, Wildeman C. Mental Health Among Jail and Prison Inmates. Am J Mens Health. julio de 2017;11(4):900-9. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5675352/pdf/10.1177_1557988316 681339.pdf
6. Press E. El problema de la alta tasa de trastornos mentales por consumo de sustancias en los centros penitenciarios [Internet]. Europa Press; 2021 [citado 23 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://www.infosalus.com/actualidad/noticia-problema-alta-tasa-trastornos-mental es-consumo-sustancias-centros-penitenciarios-20210512122146.html
7. Zabala Baños - 2017 - Prevalencia de trastornos mentales en prisión aná.pdf [Internet]. [citado 23 de noviembre de 2021]. Disponible en: http://www.interior.gob.es/documents/642317/1201664/Prevalencia_de_trastorno s_mentales_en_prision_126170587_web.pdf/19568d3f-ffb3-4f28-9539-ca646e9cf4 75
8. Hava García E. Enfermedad mental y prisión: análisis de la situación penal y penitenciaria de las personas con trastorno mental grave (TMG). epc. 22 de abril de 2021;59-135. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7886066


Comentarios

  1. Tras la lectura del blog, nos parece lamentable la situación por la que tienen que pasar los internos de la prisión. Parece que ahora la sociedad está tomando consciencia de lo mermada que está nuestra salud mental y, se empieza a considerar la salud de los presos.

    Llama mucho la atención que, aún habiendo leyes que regulan la atención integral del preso, no haya compromiso en llevarlas a cabo de manera eficiente.

    Es evidente, una vez más, la estigmatización que hay sobre trastornos de salud mental y más en este ámbito, el penitenciario, debido a la gran escasez de sanitarios especializados en salud mental en dichos centros.

    Como se puede ver en los testimonios enunciados en este blog, el aislamiento no es beneficioso de ninguna de las maneras para el bienestar mental del preso.

    En definitiva, estamos totalmente de acuerdo con las propuestas señaladas, en referencia a mejorar las situación penitenciaria, y nos resulta interesante la creación del Protocolo de aplicación del programa de atención integral a enfermos mentales en centros penitenciarios (PAIEM), pero nos hace cuestionarnos si esta medida tomada ha mejorado la situación existente desde su creación.

    Realizado por el Grupo B3.2

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    1. Gracias a este blog , podemos hacer ver a la sociedad que uno de los problemas es la falta de profesionales en este área , por lo que acarrea consecuencias graves como la escasa atención a los internos / reclusos de dicho centro.Provocando situaciones de ansiedad , depresión , autolisis , psicosis... tras la salida de prisión.
      Desgraciadamente , es un problema que se extiende a más países del mundo.
      Por ello , es fundamental investigar en esta area e implicar a aquellos que trabajen en sistema penitenciario a aplicar otras medidas distintas al aislamiento ya que se ha podido observar que no resulta beneficioso para el preso y ha ser más empáticos.
      Para finalizar , estaría bien crear grupos de apoyos para que expresen sus sentimientos y cuenten el por qué empezaron con el consumo de sustancias tóxicas, ayudarles a abandonarlas , proporcionándole otros medios y con ello reducir la violencia entre otras cosas.
      GRUPO A11

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  2. Tal y como indican los autores de esta entrada, la falta de personal sanitario es el mayor problema que encontramos a nivel nacional. Estamos acostumbrados a oír esta información relacionada con los centros hospitalarios, pero muy pocas veces se da a conocer esta falta de profesionales en el centro penitenciario. Es por este motivo, el cual me ha parecido de gran interés esta entrada.
    Además de esta falta de profesionales, es muy impactante ver la falta de profesional sanitario especializado en salud mental tanto a nivel hospitalario como en prisión. Es el principal problema que se debería solucionar.
    Tras haber vivido esta etapa de confinamiento, muchos de nosotros hemos sentido esa ansiedad y angustia de estar encerrados. Pero, en las prisiones, se añaden otros factores como son: la relación entre presos, el tráfico de drogas, la relación con el personal de seguridad, los castigos impuestos… Todas estas causas aumentan y agravan los problemas de salud mental.
    Es muy importante, visualizar la falta de empatía que hay en las prisiones con aquellas personas que sufren trastornos mentales ya que utilizan medidas de contención como las mencionadas en el texto (esposados a camas, encerrados solos en una habitación durante un gran número de días, sufriendo abusos físicos…). Es muy importante acabar con estos abusos físicos tanto por parte de los profesionales de seguridad como los producidos entre presos, ya que de este modo se fomenta la violencia. Además, hay presos que imitan las actitudes violentas que han sufrido con los nuevos integrantes de prisión, por lo que provoca una mayor ansiedad en aquellas personas que van a ingresar nuevas, es decir, les provoca un problema de salud mental desde antes de entrar en prisión.
    Desde nuestra opinión creo que se deberían ofrecer charlas en grupo junto a un profesional de salud mental, donde los presos pudieran expresar sus sentimientos y de este modo, ayudarlos a sobrellevar de un modo más beneficioso sus días en prisión.
    Por último, respecto al tráfico de drogas en prisión, es un tema por el cual se lleva luchando durante mucho tiempo, pero actualmente sigue sin controlarse. Por lo que deberían de instaurar un sistema de control estricto y seguro, ya que de este modo se reducirían los problemas de salud mental, la autolisis de los presos y la violencia existente.

    Realizado por el Grupo B3.1

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  3. Muchos pueden pensar que este comentario objetivo a la vez que crítico que nos ocupa no es más que una extrapolarización de la sociedad en su conjunto. Y es que los penitenciarios no son la última parte de la sociedad, sino una parte de ésta. Hay que pensar que la mayoría de esas personas acabarán en sus hogares con sus familias, o en libertad.

    La dignidad de todos los ciudadanos viene contemplada en la Declaración de los Derechos Humanos, así como en nuestra Constitución. Por ello, no se debe permitir la violencia entre reclusos ni por parte de celadores y fuerzas del estado. Para acabar con las agresiones se necesita cumplir unas normas desde un punto de vista racional y universal, y no desde la moralidad u opinión de cada individuo.

    Tras la reflexión previa, nos podemos preguntar: ¿por qué hay violencia en las cárceles?
    Por un lado, cuando exista violencia es necesario que se apliquen todas las medidas para que no vuelva a ocurrir. Otras veces, la falta de privacidad en cuanto al motivo de ingreso en prisión hace que dependiendo del delito cometido, se trate a los reclusos de manera diferente, aumentando la crispación y las posibilidades de conflicto.

    Como bien se denuncia en esta entrada al blog, existe una falta de sanitarios en las prisiones, sobre todo de especialistas en salud mental.
    Por ello, se debe priorizar y otorgar de mayor respaldo legislativo el aumento del número de estos profesionales en las cárceles, ya que existe una mayor prevalencia de enfermedades mentales en las cárceles y se necesitan grupos de expertos que sepan qué hacer.
    Nosotros proponemos establecer colectivos vulnerables (gente de diferente procedencia, religión o cultura); o bien, estudiar a cada persona desde un punto de vista individual y analizar sus necesidades.

    A la vez, sería ideal el fomento del compañerismo entre los prisioneros, a través de talleres, trabajos sociales, deporte, entre otros; consiguiendo un descenso de la violencia y de los conflictos. Además, se crearía un ambiente más armónico, donde predominaría el respeto al otro y se promoverían las relaciones intra e interpersonales, concluyendo en una mejora de la salud mental y física.

    Sin embargo, cabe destacar el número de delitos graves como intentos de homicidio, homicidios o violencia de género, entre otros. La mejor píldora para reducir el número de este tipo de infracciones es la educación desde pequeños: una educación inclusiva y dinámica, que permita dotar de todas las herramientas y recursos (sanitarios, jurídicos, etc) a todas las personas. Así podríamos evitar oír muchas de las atrocidades que a día de hoy siguen ocurriendo.

    Realizado por el Grupo A.3.2

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  4. La principal reflexión que podemos sacar en clave de este comentario es la vulnerabilidad de los presos.

    Desde nuestro punto de vista, los presos deben ser considerados una población de riesgo a sufrir trastornos mentales. Esto se debe al hecho de estar aislados socialmente y a las malas condiciones que presentan ciertos centros penitenciarios en algunos países, como hemos podido leer en los testimonios anteriores.

    Si a esto le sumamos la culpabilidad que sienten aquellos que son consecuentes con sus actos o la presencia de trastornos mentales previos, la posibilidad de que aparezcan nuevos problemas mentales o empeoren, aumentan.

    Por otro lado, la falta de personal sanitario en los centros penitenciarios consideramos que es causado por el cierto rechazo a trabajar y/o ayudar a los presos, puesto que han cometido delitos. De esta manera, se plantea un dilema ético ya que, aunque este rechazo pueda ser coherente con nuestros principios, estamos incumpliendo el código deontológico de nuestra profesión al negarle la ayuda a este tipo de pacientes.

    Además, pensamos que es importante la continuidad de la atención a la salud mental de estos presos al salir de prisión, puesto que deben hacer frente a numerosas situaciones a las que quizás no están preparados psicológicamente.

    Como conclusión, creemos que hay que dejar de lado esta estigmatización y emprender un esfuerzo de empatía con los presos, fomentando entre los profesionales sanitarios la formación de un equipo multidisciplinar para otorgarles a los presos una atención psicológica completa durante su internamiento y una mejor reinserción social a su salida de prisión.

    Realizado por Grupo A1.1

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  5. Mi opinión al respecto sobre este tema es por desgracia muy mala. He vivido una experiencia con un familiar y he visto que la salud mental de los presos no se trata como debería ser tratada.
    Hay poco personal para tantos personas que están dentro y no hay infraestructura para llevar a cabo los programas que les brindan ( como cursos y actividades para que puedan sentirse útiles).
    Pasan demasiadas horas al día sin hacer nada, lo que les lleva a un estado de angustia y apatía por todo.


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  6. En primer lugar, a día de hoy consideramos que la salud mental sigue siendo un tema tabú, pero más aún lo sigue siendo la cárcel y los presos. Por ello, la falta de personal y la poca motivación para presentarse a la OPE en estas plazas, es tan destacada, ya que se juntan dos puntos muy rechazados por la sociedad, algo que en nuestra opinión debería cambiar como bien proponen nuestros compañeros en su comentario mediante educación sanitaria.

    Por otra parte, el atar a una persona a su cama con unas esposas por intento de autolisis, es algo que de primera mano parece agresivo, en este caso, no sabemos como se podría buscar una alternativa para inmovilizar de esa forma a los presos, pensamos que este problema viene de antes, si ese preso hubiera obtenido una atención de calidad y ayuda para su trastorno mental o para la situación que está viviendo en ese momento, puede que no llegue al extremo de la autolisis. Es algo muy difícil de controlar, pero se debería invertir más personal y más dinero a tratar esto.

    Los abusos policiales también son conocidos cuando los presos han cometido grandes crímenes y esto también puede afectar de una forma mas destacable en estos presos. La cárcel está para reinsertar cuando una persona comete un crimen, sin embargo, si esta persona recibe puñetazos, golpes…etc, tendrá mas difícil el hecho de reinsertarse y por ello tirará la toalla y seguirá siendo un criminal.

    Por último considerar que el uso de drogas en nuestra opinión se utilizan para sobrellevar estas situaciones, como hemos comentado varias veces en clase, gran mayoría de los pacientes que han acudido al médico por algo relacionado con su salud mental han sido polimedicados como solución a su problema dada la falta de recursos para salud mental que tenemos en la seguridad social, no hace falta irse a drogas ilegales para ver como a las personas que sufren trastornos mentales intentan ayudarlos mediante fármacos. Por otra parte, el estar en la cárcel y tener estos problemas hace que, además, se comiencen a consumir sustancias ilegales que pueden incrementar el problema que tiene el preso. En nuestra opinión es como calmar esos sentimientos negativos que genera tu cuerpo de alguna forma ya que con ayuda psicológica no cuentan.

    Finalmente comentar que nos ha parecido muy interesante el hecho de que ya hayan creado protocolos para actuar en las cárceles españolas frente a estos problemas, ya que es un paso para seguir avanzando y progresando y para ir educando más a la sociedad en salud mental y eliminar las estigmatizaciones, además de las ideas dadas por nuestros compañeros que también son muy interesantes.

    Realizado por Ángela Carmen Pellejero Lozano y Jose Manuel Navarro, Grupo B.2.1

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  7. Este artículo refleja lo que tienen que vivir las personas que lamentablemente tienen que pasar por prisión, aunque sean por motivos justificados. En un centro penitenciario te privan de tu libertad, y se viven abusos de muchos tipos de manera cotidiana. Esto repercute de manera negativa en la salud mental de los presos. Cabe destacar que es una cuestión olvidada en la vida cotidiana, por lo que en las prisiones se acentúa aún más.

    Más grave es este tema si tenemos en cuenta que los presos ingresan en la cárcel con enfermedades mentales ya existentes. Esto implica un empeoramiento en su patología por el mismo ambiente en el que se encuentran. Además, es difícil cambiar la opinión pública en el tema porque muchos creen que los criminales no se lo merecen. En general, es un tema que se debería hablar más, no solo en este ámbito. En muchos casos se trata como algo tabú, cuando lo que deberíamos estar haciendo es conversar y normalizarlo.

    Debemos resaltar la actitud que están tomando algunas organizaciones penitenciarias en los países nórdicos. Existen algunos experimentos en los que los presos realizan actividades diarias de la vida cotidiana limitadas a un recinto, simulando su día a día tras la salida del centro penitenciario. Por lo que muestran estas organizaciones, los resultados son bastante positivos, tanto en posibilidad de reinserción, como en salud mental. Si se creé en la recuperación de los presos y en su vuelta a la vida social es importante crear un ambiente que lo facilite.

    Como bien se dice, hay personas con problemas mentales que son adictas a las drogas por la necesidad de sobrellevar su enfermedad. En vez de castigar ese comportamiento (aunque no es el correcto), deberíamos tener la mente más abierta e intentar de ayudarlo de otras maneras. Primero, para que dé el paso a dejar de ser adicta, y segundo, para poder centrarnos en el tratamiento de la enfermedad o trastorno que sufra. Si lo único que hacemos es criminalizarlos no estamos abordando el tema desde su raíz, simplemente estamos poniendo un parche para sentirnos bien con nosotros mismos. Una actuación sin abusos, empática y comprensiva es la que debería tomar en casos como estos.

    Grupo A.3.2.

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  8. En la actualidad cualquier delito que se comete es castigado, pero se cae en un cajón desastre en el que se homogeneiza cualquier tipo de conducta independientemente de su etiología. Un muy alto porcentaje de reclusos son encarcelados por delitos cometidos debido a un trastorno de salud mental y, en lugar de ser atendidos como enfermos y darles un tratamiento acorde a su problema, se les castiga con la reclusión ya que se les encarcela debido a la falta de un sistema de salud mental en el que ser tratados de acuerdo a su enfermedad.
    Sócrates dijo: “Nemo prudens punit quia peccatum est, sed ne peccetur” (nadie que sea prudente castiga con penas porque se haya delinquido, sino para que no se delinca). Según ésto la finalidad de un castigo no es punitiva sino de prevención de delitos y de reincidencia de los delincuentes y, por ende, su reinserción en la sociedad. Así lo indica nuestro Código Penal, pero ¿cómo pretendemos reinsertar a un enfermo mental si no se le trata su patología y se le castiga como a cualquier preso más?
    Se habla reiteradamente de cómo el confinamiento y las restricciones horarias con el toque de queda debido al Covid-19, han afectado a la salud mental de la población; si eso lo extrapolamos a personas con un problema ya de base a las cuales se les priva de toda libertad, se aumentaría la gravedad de éste. Y por desgracia, no hay personal sanitario que se dedique a este trabajo. Por ello, difícilmente, esas personas cuando salgan de la cárcel podrán ser unos ciudadanos más ya que se les habrá agudizado su enfermedad debido a que, si en prisión no han sido tratados debidamente, en la vida cotidiana extramuros tampoco lo serán, convirtiéndose de nuevo en candidatos para volver a cometer los mismo o cualesquiera otros delitos.
    Esto lo podemos considerar un fracaso de la sociedad y no se trata de dejarlos impunes, pero no se puede abandonar a su suerte a los enfermos mentales como no se haría con cualquier otra persona que tuviera otro tipo de patología clínica.

    María Angustias Medina Torres. Grupo B.1.2.

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  9. Gracias a este blog , podemos hacer ver a la sociedad que uno de los problemas es la falta de profesionales en este área , por lo que acarrea consecuencias graves como la escasa atención a los internos / reclusos de dicho centro.Provocando situaciones de ansiedad , depresión , autolisis , psicosis... tras la salida de prisión.
    Desgraciadamente , es un problema que se extiende a más países del mundo.
    Por ello , es fundamental investigar en esta area e implicar a aquellos que trabajen en sistema penitenciario a aplicar otras medidas distintas al aislamiento ya que se ha podido observar que no resulta beneficioso para el preso y ha ser más empáticos.
    Para finalizar , estaría bien crear grupos de apoyos para que expresen sus sentimientos y cuenten el por qué empezaron con el consumo de sustancias tóxicas, ayudarles a abandonarlas , proporcionándole otros medios y con ello reducir la violencia entre otras cosas.
    GRUPO A11

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